Colegas en la inclusión, la diversidad y la interculturalidad:
En las distintas variantes de los feminismos, el tema de la prostitución ha sido analizado bajo diferentes enfoques entregando puntos de vista y referentes teóricos para abarcar y analizar en profundidad.
En esta misma línea, el texto que les presentamos, analiza a la prostitución bajo una óptica feminista considerándola como una práctica cultural originada en la subordinación femenina.
¿Cómo debe ser considerada la prostitución desde el feminismo o feminismos?
¿Cómo es la relación Feminismo (s) y prostitución?
Estos y otros tópicos se plantean en "La Industria de la vagina, La economía política de la comercialización global del sexo", de la autoría de Sheila Jeffreys
Según plantean en el mismo texto...
Este libro utiliza un radical enfoque feminista que considera a la prostitución como una práctica cultural nociva originada en la subordinación de las mujeres (Jefifeys, 2004) y que constituye una forma de violencia contra la mujer (Jefifeys, 1997). Se inspira en el trabajo sobre prostitución de otras teóricas radicales feministas como Kathleen Barry (1979, 1995) y Andrea Dworkin (1983), y busca ampliarlo al abordar el tema de la industria global y la variedad de sus formas. En la medida en que este libro sostiene la idea de que la prostitución es nociva para las mujeres, no adopta una aproximación normalizadora. Por lo tanto, este libro finaliza con una consideración de los modos en que la industria globalizada de la prostitución podría retroceder, de manera tal que la esperanza tradicional del feminismo de que la prostitución termine alguna vez se vuelve un objetivo imaginable y razonable para las políticas públicas del feminismo.
La industria de la vagina comienza con el sobrentendido de que la prostitución es una práctica cultural nociva. Es una práctica que se desarrolla fundamentalmente a través del cuerpo de las mujeres y para el beneficio de los hombres. Desde los años setenta ha habido un considerable desarrollo en el reconocimiento de lo que los documentos de las Naciones Unidas llaman “prácticas culturales/ tradicionales nocivas” (Jeffreys, 2005). Las palabras “cultural” y “tradicional” se usan de manera intercambiable en las publicaciones de la ONU sobre este tema. Este desarrollo es el resultado de una campaña feminista cuyo motor son las preocupaciones sobre la mutilación de los genitales femeninos, que puede ser considerada la “práctica cultural nociva” más paradigmática.